29 septiembre 2008

Voz y ¡Voto!


El 2008 y 2009 son años de elecciones para Chile. Por un lado, están las municipales este año, y las parlamentarias y presidenciales al final del año próximo. Sin embargo, muchos jóvenes parecen no estar entusiasmados y lo manifiestan al no inscribirse en los registros, sin entender que el voto es mucho más que una raya en un papel.

Hay que Inscribirse y Votar

De un total cercano a los 10,5 millones de chilenos en condiciones de votar, casi 2,5 millones, en su mayoría jóvenes de entre 18 y 29 años, no se han inscrito en los registros electorales. A estos debe sumarse otro millón de electores -inscritos- que habitualmente se abstiene. Desde otro punto de vista, ocho de cada diez chilenos, de entre 18 y 29 años, no vota.
En las elecciones de 1989, al año siguiente del plebiscito que impidió la prolongación de la dictadura militar, el 36% de quienes votaron, pertenecían al segmento que se ubica entre 18 y 29 años. En las elecciones del año 2001, ese porcentaje bajó al 14,6%; y, este año, al aproximarse los comicios municipales de octubre, será inferior al 9%. Parece claro, entonces, que el sistema democrático vigente en Chile está sufriendo un creciente deterioro que podría, en un futuro no muy lejano, invalidar los sistemas de representación ciudadana, dejándolos al arbitrio de grupos minoritarios con el evidente riesgo de que ellos gobiernen según sean los intereses de los sectores que los eligieron.
Hasta ahora, según diversos estudios, se identifican a lo menos tres grandes razones para explicar la conducta de los jóvenes. Una, su apatía frente a los mecanismos institucionales de participación; otra, el desencanto respecto al sistema democrático vigente; y, la tercera, una profunda decepción acerca de las llamadas “elites representativas”.
A estas tres motivaciones principales se agregan otras, como la falta de identidad ciudadana, un bajísimo conocimiento del sistema político y una progresiva falta de confianza en sus conciudadanos.
Sergio Toro Maureira, investigador de Cieplan, en su estudio La inscripción electoral de los jóvenes en Chile. Factores de incidencia y aproximaciones al debate, sostiene que “debido a que la elite y los tecnócratas son los que poseen la discrecionalidad de la política pública, los jóvenes tienden a aplicar mecanismos de protesta que van desde la exigencia de sus demandas en las calles, hasta la invalidación de los sistemas representativos mediante la abstención en los procesos electorales”. Y agrega: “(…) no se trata que la no participación de los jóvenes sea por un desapego a la democracia, sino que se trata de que ellos entienden el concepto de manera muy diferente a aquél percibido por las elites”.
Numerosas encuestas e investigaciones de campo sostienen un dato relevante: los jóvenes aprecian el sistema democrático, pero rechazan cada vez más a los actores a cargo de su gestión; es decir, a los políticos y las elites que les rodean.

Es cierto que a lo largo de la historia el voto juvenil ha sido siempre el más difícil de captar. También es cierto que con el paso de los años son cada vez menos los que votan, y aún menor es el número de los que se inscriben. Pero todo esto tiene una razón de ser importante, además de las ya indicadas: la falta de identificación. En Chile, hace ya algún tiempo se viene hablando de que los jóvenes no tienen interés por la política, que ya no participan en ella, y que ya no tienen esa motivación que caracterizaba a la juventud de algunas décadas atrás.

Efectivamente sólo un 29,9% de los jóvenes están inscritos en los registros electorales, cifra que disminuye entre los jóvenes de menor edad y aquellos de menores recursos. ¿Por qué tan bajo porcentaje? Según Jacqueline Wüllfrodt, estudiante de derecho y miembro de la juventud UDI, el problema radica en que “hoy los jóvenes no se sienten atraídos ni representados por las organizaciones de la política tradicional; les falta un líder, un representante con el que de verdad se identifiquen.”

En el pasado mensaje presidencial se planteó la intención de introducir la inscripción automática en los registros junto con el voto voluntario. Importante decisión si se piensa en la necesidad de incluir y acercar a los jóvenes a las políticas y decisiones del país. Pero aún así, la interrogante continúa en el ambiente. ¿Para qué votar? Para el abogado Fernando Nanjarí, el voto es importantísimo, pues “es un derecho, que puede o no ejercerse en virtud de la más básica libertad individual. Pero al votar, estamos diciendo que nuestra voz importa, que somos realmente ciudadanos y que nos interesa lo que pase a nuestro alrededor.“

Además, de acuerdo a la socióloga Antonia Andrades, “El voto da mayor sostenibilidad a nuestra democracia, que se encuentra en cierta forma amenazada cuando el porcentaje de no inscritos, no votantes o votos nulos y blancos, constituye una mayoría respecto a cualquiera de las facciones principales del punto de vista electoral.”

Jóvenes: ¿Realmente no están “ni ahí”?

Desde hace algunos años atrás, se ha adoptado la postura de decir que los jóvenes no votan porque “no están ni ahí con la política”. Sin embargo, somos testigos diariamente de las protestas y manifestaciones que realizan estudiantes por defender sus derechos y por luchar por lo que encuentran justo o correcto. Entonces, ¿está bien decir que no están “ni ahí”? Para Diego Rojas, estudiante de Medicina, es “un recurso demasiado facilista. Como los políticos no pueden, o no les interesa motivar realmente a los jóvenes, no hacen mayores esfuerzos y prefieren decir que a nosotros no nos interesa nada.” Fernanda Varela es estudiante de Periodismo y a sus 21 años, recién se inscribió hace algunos meses en los registros. “Lo hice porque hoy, con la nueva candidatura de Piñera sí siento que hay un político que me representa, alguien con ideas y discursos frescos. Antes no me motivaban los candidatos ni los discursos repetidos.”

Así como Fernanda, hoy los jóvenes esperan discursos atractivos, y aún más consecuentes y comprometidos, que aquellos que muestran los políticos tradicionales.

Hoy, nuestro país cuenta con un sistema de inscripción voluntaria y voto obligatorio, sometido a sanciones de castigo. Ello hace del sistema un mecanismo muy injusto, ya que castiga a quienes no votan una vez, pero no sanciona de ninguna manera a quien no lo hace durante toda la vida. Esto también es un fuerte motivo para explicar la poca presencia juvenil en los registros electorales. Sebastián Sepúlveda plantea que “no me interesa inscribirme si me van a estar molestando todo el rato para que vote. Encuentro injusto que quienes no se inscriben puedan vivir tranquilos mientras que los que sí lo hacen deben vivir una verdadera carga toda su vida.” Sin embargo, el tema de la inscripción juvenil va mucho más allá de ser una obligación.

El Tercer Estudio Internacional de Educación Cívica muestra que los jóvenes chilenos presentan un bajo nivel de conocimiento respecto de temas cívicos. Entonces, el problema es más que un tema social, es además, educacional.

De acuerdo a lo que comenta María Jesús Silva, estudiante de cuarto medio del colegio Internacional School, ”influye, además de la falta de información y del desconocimiento de la política, una sensación generalizada de que esos son temas en los cuales nosotros no tenemos mucho que decir ni mucho menos, posibilidades reales de intervenir”. Por lo mismo, no es del todo raro que los jóvenes no valoren el concepto de democracia. El 50% considera que esta es sólo una forma de gobierno, como cualquier otra, y el 51% cree que no es el mejor sistema de gobierno. Sin embargo, un 47% de los jóvenes dice participar en alguna organización.

Esto reafirma la idea de que los jóvenes sí están interesados en participar, pero su modo de entender la participación está lejos de la política tradicional. Hoy día los jóvenes se sienten motivados para participar en relación a temas y organizaciones diferentes de las políticas. De hecho, los jóvenes en Chile participan en actividades políticas no convencionales más que otras generaciones y también más que en otros países. Participan principalmente de actividades sociales, en organizaciones deportivas, de ayuda a la comunidad y trabajos voluntarios, pero en polítina no.

fuentes: Diario La Tercera y La Nación.