19 febrero 2008

General Santelices: Un Pasado Nada de Orgulloso


Estuve de vacaciones, es por esto que recién me referiré a la renuncia al ejército del general Gonzalo Santelices, involucrado en un triste episodio de la Caravana de la Muerte que asesinó a cientos de presos políticos días después del golpe militar.

Si yo o alguno de ustedes, hubieran sido un joven oficial de 20 años obligado a llevar a catorce prisioneros amarrados y vendados hacia un lugar desconocido, obligado a bajarlos y ordenarlos frente a los mismos camiones que los transportaban, y luego sentir la ráfaga que los asesinó, y posteriormente obligado a transportarlos nuevamente ya muertos con destino desconocido, no habría esperado 35 años para confesar aquello ante la justicia y sentirme aliviado de sacarme ese lastre que llevaba. No, habría hablado antes si pensaba que aquello fue simplemente ejecutar órdenes, en un acto que consideraba de supervivienvcia.
Lo que hizo el general Santelices aquel 18 de octubre de 1973 fue participar en hechos dolorosos y repudiables, tal como el mismo los calificó al renunciar al mando de la Guarnición de Santiago.
Tal vez el subteniente Santelices no dimensiona aún el horror del que fue partícipe. Sin embargo, también es posible que el subteniente Santelices haya cumplido las órdenes sin inmutarse. Más aun, considerando el contexto que se vivía, es probable que para él cumplir esas órdenes haya sido un privilegio. Como otros, puede haber pensado que estaba haciendo un servicio a la Patria.
Al renunciar al Ejército Santelices dijo que en aquellos días era impensable no cumplir la orden de un superior. Dejó entrever que el suyo fue un acto de supervivencia. (la carta que publico más abajo hace impresentable esta teoría). Muchos deben haberse estremecido al oírlo decir que él también es "una víctima de la Caravana de la Muerte" y que "desde los 20 años cargaba con esta cruz".
La vida del subteniente Santelices quedó marcada ese 18 de octubre de 1973. No sé si sintió miedo o si se sintió orgulloso. Lo que sí sé es que siguió ascendiendo en una carrera militar envidiable. Lo que sí sé es que calló lo ocurrido durante varias décadas, que declaró ante el juez Juan Guzmán 35 años después de ocurridos los hechos, mucho tiempo después de que Patricia Verdugo publicara "Los Zarpazos del Puma", mucho tiempo después de que la Comisión Rettig emitiera su informe sobre los horrores de la dictadura, tres años después de que se instalara la Mesa de Diálogo. Todos, intentos en busca de la verdad.
Según dijo el general Santelices, el joven subteniente se propuso trabajar "en pro de la enseñanza de valores y principios basados en la verdad y honor militar, así como en la enseñanza de los Derechos Humanos".
Desconozco sus enseñanzas en ese ámbito. Lo que sí sé es que al recordar los crímenes dice que no recibió ni ejecutó "ninguna orden ilegal». Confío que en el Ejército de Chile -y las demás instituciones armadas- se enseña que los asesinatos a sangre fría son siempre ilegales y aberrantes, aunque la orden la imparta un superior y esté respaldada en algún Decreto Ley.
Al renunciar, el general Santelices volvió a las viejas consignas que acusan a un sector de la población de propiciar el odio y no querer la reconciliación ni la paz. Quizás el subteniente que vive en su interior hubiera preferido un mensaje más humano, más digno de quien ha cargado una cruz por tanto tiempo, una palabra de comprensión y de empatía hacia los familiares de aquellos 14 fusilados en el desierto.
Sé que el Ejército ha hecho múltiples esfuerzos por olvidar ese pasado y mirar al futuro con espíritu democrático. Pero los fantasmas siguen con la mala costumbre de aparecer una y otra vez. Mientras haya generales o coroneles que llevan en su interior a subtenientes cargando dolorosos secretos, la historia seguirá penando. Quienes tienen algo que contar -por duro que sea- debieran hacerlo.
Mirar hacia adelante con tranquilidad es posible cuando se asume el pasado y se enfrenta con rigor, para no repetirlo jamás.

Es de esperar que la justicia tome cartas en el asunto y que este General que ascendió incluso ante las narices de los gobiernos de la Concertación, merezca su merecido y sea procesado en todo lo que le cabe su responsabilidad en este hecho horrendo y repudiable.
fuente diario La Tercera

a continuación presento carta publicada en el diario El Mercurio:
Señor Director:
La renuncia del general Santelices, del Ejército de Chile, ha desencadenado una gran conmoción pública. En honor a los hechos históricos, los familiares del abogado y gerente de Corfo Norte Mario Silva Iriarte, ejecutado por la "Caravana de la muerte" el 19 de octubre de 1973 en Antofagasta, desean señalar que el mencionado general, a la sazón un subteniente de 20 años, tenía plena conciencia y discernimiento ético y moral del itinerario mortal y de cada paso y circunstancia que se desarrolló entre la noche del 19 de octubre de 1973 y la madrugada siguiente. En esas horas fueron sacados, con una lista leída en voz alta, los 14 ejecutados, que fueron masacrados hasta el exterminio.
Los parientes de Mario Silva preguntamos a la sociedad chilena: ¿qué hace un joven subteniente después de ser testigo y actor de estos hechos?
Queremos dejar testimonio que el silencio de 40 años del general Santelices, recibiendo ascensos y grados, no se compadece con la situación dramática de los familiares de las víctimas y de la actitud digna y ejemplar de miembros del Ejército de Chile, entre ellos Michael Nach, de 19 años, soldado que se negó a fusilar a sus hermanos chilenos en Iquique.
JAIME ANSELMO SILVA IRIARTE Sociólogo
ROSA MARÍA SILVA ÁLVAREZ Abogado